I N TEMPORE
SUEBORU M
E L TIEMPO D E LOS SUEVOS
E N L A GALLAECIA ( 4 1 1 - 5 8 5 )
EL PRIMER REINO MEDIEVAL DE OCCIDENTE
VOLUMEN DE ESTUDIOS
Deputación Provincial de Ourense
presidente: José Manuel Baltar Blanco
© de la edición: Deputación Provincial de Ourense, 2018
© de los textos: sus autores
© de las ilustraciónes: sus autores
coordinador de la publicación: Jorge López Quiroga
produción editorial: Armonía Universal – Ourense
diseño gráfico, maqueta y portada: B l a u – Ourense
Impresión: Imprenta Mundo – A Coruña
isbn: 978-84-16643-18-9
depósito legal: ou 400-2018
[Obra incluida en el plan de publicaciones de la Diputación de Ourense 2017]
ÍNDICE
CAPÍTULO I
¿Invasiones o migraciones?
1. Guy Halsall (Universidad de York)
Barbarian Migrations and the Birth of Medieval Europe: From Unity to Diversity.
15
2. Michael Kulikoski (Universidad Estatal de Pennsylvania)
The Invasions of 405-407: The Beginning of the End?
23
CAPÍTULO II
Las gentes barbarae entre los siglos iv y vi: entre el mito y la realidad
3. Walter Pohl (Academia Austriaca de Ciencias/Universidad de Viena)
The Military Transformation of the Roman World.
31
4. Eduard Droberjar (Universidad de Opole)
The emergence of the Suevi and further developments in Bohemia.
35
5. Jaroslav Tejral (Universidad de Masaryk)
Suebi north of the Middle Danube.
45
6. Michel Kazanski (cnrs-Colegio de Francia)-Jorge López Quiroga (Universidad Autónoma
de Madrid) – Patrick Périn (Museo Arqueológico Nacional de Francia, Saint-Germain-en-Laye/Universidad
de París I-Panteón-Sorbona)
Le costûme féminin «princier» de tradition germanique orientale à l’époque des Grandes Migrations
en Espagne et en Gaule du sud et ses réminiscences dans le Royaume Hispano-Wisigothique.
61
7. Jorge López Quiroga (Universidad Autónoma de Madrid) – Natalia Figueiras Pimentel
(Universidad Pablo de Olavide, Sevilla)
La orfebrería de los «príncipes bárbaros». Estudio de las técnicas de fabricación en oro y plata de los ajuares
funerarios (siglos i-vii).
85
8. Ian Wood (Universidad de Leeds)
Britania and the Barbarians.
99
9. Michel Kazanski (cnrs-Colegio de Francia) – Anna Mastykova (Academia de Ciencias de Rusia, Moscú)
La tombe de Hochfelden (Alsace, France).
109
CAPÍTULO III
In tempore sueborum. El tiempo de los suevos en la Gallaecia
iii. 1. El Regnum sueborum
10. Jorge López Quiroga (Universidad Autónoma de Madrid).
Los Suevos y el Reino Suevo. Un viaje historiográfico y un preámbulo para una historia sin principio.
119
11. Pablo de la Cruz Díaz Martínez (Universidad de Salamanca)
Requiario (448-456): Un rey para un reino frustrado.
129
12. Leila Rodrigues da Silva (Universidad Federal de Río de Janeiro)
Monarquia e Igreja na Gallaecia na segunda metade do século vi.
135
13. Jorge López Quiroga (Universidad Autónoma de Madrid)
El I y II Concilios de Braga y el «Parroquial Suevo». Élites eclesiásticas y control del territorio en la Gallaecia del siglo vi.
139
14. Ruth Pliego (Universidad de Sevilla).
La moneda sueva: un destello fugaz en la historia monetaria de Gallaecia.
145
15. Fernando López Sánchez (Wolfson College, Oxford)
El tipo monetal visigodo de victoria con palma y guirnalda acuñado en hispania:
buscando la destrucción del reino suevo de Miro (572-584).
157
iii. 2. Poblamiento y territorio en la Gallaecia de época sueva
16. Jorge López Quiroga (Universidad Autónoma de Madrid)
Hábitat, poblamiento y territorio en la Gallaecia de época sueva.
163
iii. 2.1. Los asentamientos fortificados de altura
17. Rafael M. Rodríguez Martínez (Servicio de Arqueología, Diputación de Pontevedra)
«Cuando los muertos descansaban en la arena»: El yacimiento a lanzada en la tardo-antigüedad (Sanxenxo, Pontevedra).
181
18. Felipe Arias Vilas (Museo do Castro de Viladonga, Lugo /Facultad de Humanidades,
Universidad de Santiago de Compostela, Campus de Lugo)
O Castro de Viladonga como asentamento tardorromano.
187
19. Xullo Rodríguez González (Museo Arqueológico Provincial de Ourense)
O conxunto arqueolóxico-natural de Santomé en época tardo-romana y tardo-antiga.
191
20. Brais X. Currás (Universidad de Coimbra)
Recintos fortificados de cronología indeterminada en el valle del Baixo Miño: Apuntes para una interpretación histórica.
195
21. Luis O. Fontes (Universidade do Minho, Braga)
O sítio arqueológico da Falperra (Braga).
201
22. Manuel Luis Real (Universidad de Oporto/Universidad Nueva de Lisboa) – António Manuel Silva
(Universidad de Oporto/Universidad de Santiago de Compostela)
Portumcale Castrum Novum na época sueva.
205
23. Teresa Soeiro (Universidad de Oporto)
O Castro de Monte Mozinho (Penafiel, Porto) e o seu aro em época tardo-romana e tardo-antiga.
211
24. José Carlos Sastre Blanco – Patricia Fuentes Melgar (Asociación Zamora Protohistórica)
El Castillón (Santa Eulalia de Tábara, Zamora): Un asentamiento fortificado tardo-antiguo
en la frontera del Regnum Suevorum.
217
25. Alberto Garín (Universidad Francisco Marroquín)- Felipe Asenjo (Universidad Europea de Madrid).
Bergidum (Castro Ventosa, El Bierzo, León).
223
iii. 2.2. Los núcleos urbanos principales y las aglomeraciones secundarias
26. Enrique González Fernández (Servicio Municipal de Arqueología, Ayuntamiento de Lugo)
Lucus Augusti en época tardo-romana.
229
27. Manuela Martins – Jorge Ribeiro – Fernanda Magalhães – Raquel Martínez Peñín
(Universidade do Minho, Braga)
Braga em época tardo romana e tardo antiga.
235
28. Manuela Martins (Universidade do Minho, Braga)
A ocupação tardo antiga da área do teatro de Bracara Augusta.
241
29. Vitorino García Marcos (Servicio de Arqueología, Ayuntamiento de León) – Ángeles Sevillano Fuentes
(Servicio de Arqueología, Astorga)
Legio (León) y Asturica Augusta (Astorga) en época tardo-romana y tardo-antigua.
247
30. Pedro Mateos Cruz (Instituto de Arqueología de Mérida-csic)
La Mérida tardorromana: de capital de la diocesis hispaniarum a sede temporal de la monarquía sueva.
253
31. Maria do Rosário Morujão (Facultad de Letras, Universidad de Coimbra)
Lamego no tempo dos Suevos.
259
32. Jorge López Quiroga (Universidad Autónoma de Madrid)
Conimbriga en época sueva. Evolución y transformación de una ciuitas romana en la Antigüedad Tardía.
263
33. José María Eguileta Franco (Departamento de Arqueología, Ayuntamiento de Ourense)
Auria en época tardo-romana.
269
34. Silvia González Soutelo (Universidad de Vigo, Facultad de Historia, Campus de Ourense)
El enclave de Tude/Tudae entre el período romano y altomedieval.
273
35. José Suárez Otero (Universidad de Santiago de Compostela)
Iria Flavia: de puerto romano a centro de poder suevo.
277
iii. 2.3. El ámbito rural
36. Álvaro Rodríguez Resino
El yacimiento de ‘Adro Velho’ (O Grove, Pontevedra).
283
37. José Carlos Sánchez Pardo (Universidad de Santiago de Compostela)
La ocupación tardo-antigua del yacimiento de A Cidadela (Sobrado dos Monxes, A Coruña).
287
38. Silvia González Soutelo (Universidad de Vigo, Facultad de Historia, Campus de Ourense)
El yacimiento de Moraime (Muxía, A Coruña).
291
39. Avelino Gutiérrez González (Universidad de Oviedo)
El territorio y poblamiento rural asturleonés en época sueva y visigoda.
299
40. Margarita Fernández Mier (Universidad de León)
Asturias en época tardo-antigua.
305
41. Paula Ballesteros Arias (Instituto de Ciencias del Patrimonio, incipit-csic-Santiago de Compostela).
Una aproximación al estudio del paisaje agrario en Galicia en época sueva.
309
iii. 3. El comercio en la Gallaecia de época sueva
42. Adolfo Fernández Fernández (Universidad de Vigo, Facultad de Historia, Campus de Ourense)
El comercio en el noroeste peninsular en época tardo-antigua (siglos iv al vii).
317
43. Enrique Alcorta Irastorza (Museo Arqueológico Provincial de Lugo)
Panorámica breve de los procesos de producción/distribución/comercialización de materiales cerámicos de Lucus Augusti.
331
44. Rui Morais (Universidad de Oporto) – Mario Barroca (Universidad de Oporto)
Braga e Falperra na época sueva: dois sítios, uma sede.
343
iii. 4. La edilicia cristiana en la Gallaecia de época sueva
45. Artemio M. Martínez Tejera (Universidad Autónoma de Madrid)
La «influencia oriental» en la arquitectura cristiana de Gallaecia in Tempore Sueborum.
349
46. Justino Maciel (Instituto de Historia del Arte, Universidad Nueva de Lisboa)
Existe uma arte sueva?
359
47. Antonio Rodríguez Colmenero (Universidad de Santiago de Compostela)
Santa Eulália de Bóveda: trazos cronológicos en la evolución de una edificación sacra a lo largo de la Antigüedad Tardía.
363
48. Antonio Rodríguez Colmenero (Universidad de Santiago de Compostela)
El oratorio paleocristiano de Ouvigo (Os Blancos, Ourense): breve revisión.
365
49. Rebeca Blanco-Rotea (Universidad de Santiago de Compostela/Universidade do Minho, Braga)
Un pequeño edificio del siglo vi oculto bajo la basílica de la Ascensión (Santa Mariña de Aguas Santas, Ourense).
367
50. Jorge López Quiroga (Universidad Autónoma de Madrid) – Natalia Figueiras Pimentel
(Universidad Pablo de Olavide, Sevilla)
Ecclesia edificata inter alpes roccas nominata. El complejo rupestre de San Pedro de Rocas (Esgos, Ourense).
373
51. José Avelino Gutiérrez González (Universidad de Oviedo)
El conjunto cultual cristiano de Marialba de la Ribera (Villaturiel, León).
395
52. Pedro Mateos Cruz (Instituto de Arqueología de Mérida)
El complejo cultual cristiano de Santa Eulalia de Mérida.
399
53. Luis O. Fontes (Universidade do Minho, Braga)
O sítio arqueológico de Dume (São Martinho).
403
54. J. A. Gonçalves Guimarães (Núcleo museológico ‘Solar Condes de Resende’)
O edif ício de tradição romana sob a igreja do Bom Jesus de Gaia (Vila Nova de Gaia – Portugal)
destruído nos últimos dias do reino dos Suevos.
409
55. Lino A. Tavares Dias (Universidad de Oporto)
A igreja tardo-antiga em Tongobriga (Freixo, Marco de Canaveses, Porto).
413
iii. 5. El mundo funerario en la Gallaecia de época sueva
56. Jorge López Quiroga (Universidad Autónoma de Madrid)
Redimensionando el estudio del mundo funerario tardo-antiguo. Pervivencia y transformación en los ritos
y prácticas mortuorias en la Gallaecia de época sueva.
421
57. José Suárez Otero (Universidad de Santiago de Compostela)
Compostela, Santiago y los confines del reino suevo.
439
58. Patricia Valle Abad (Universidad de Vigo, Facultad de Historia, Campus de Ourense)
La necrópolis medieval de la capilla de San Salvador das Rozas (Medeiros, Monterrei, Ourense).
443
59. Silvia González Soutelo (Facultad de Historia, Campus de Ourense, Universidad de Vigo)
El yacimiento de Currás-Tomiño.
447
60. Andreia Arezes (Universidad de Oporto)
Beiral do Lima: uma necrópole do século V no território da Gallaecia.
453
61. Francisco Javier Heras Mora (Servicio de Arqueología, Junta de Extremadura) – Ana Belén Olmedo Gragera
Rechila, rex suevorum, emeritam ingreditur. La sedes regia de Mérida a través de sus princesas.
457
62. Jorge López Quiroga (Universidad Autónoma de Madrid)
Las laudas funerarias con la representación del orante y la estola: Élites eclesiásticas, jerarquía y territorio
en la Gallaecia tardo-antigua.
461
63. Olalla López Costas (Facultad de Biología, Universidad de Santiago de Compostela)
Salud y dieta en la Gallaecia de los siglos iii al viii a través de los esqueletos.
469
64. Celia Chaves Rodríguez (Universidad de Extremadura)
Salud y enfermedad a través de los indicadores patológicos de la necrópolis tardo-antigua de Mérida.
477
La Orfebreria de los «príncipes barbaros»
Estudio de las técnicas de fabricación en oro y plata de los ajuares funerarios
(siglos iii-vii)
Jorge LÓPEZ QUIROGA (Universidad Autónoma de Madrid)
Natalia FIGUEIRAS PIMENTEL (Universidad Pablo de Olavide, Sevilla)
on ocasión de la celebración de la exposición In Tempore Sueborum1 hemos tenido la posibilidad de estudiar y analizar un elenco único de objetos, mostrados
simultáneamente por primera vez, pertenecientes en su mayoría a conjuntos funerarios (depósitos y ajuares de indumentaria y/o adorno personal) que se vinculan a
lo que en la historiograf ía se conoce como «tumbas principescas» (López Quiroga
2011). Se trata de objetos hallados en contexto funerario que permiten documentar
el status y/o rango social, político y económico de los individuos inhumados, relacionados con los Bárbaros entre el Danubio y la Península Ibérica desde el siglo III
al VII de nuestra era.
En todos ellos observamos un común denominador, además de su status, puesto que evidencian elementos de vestimenta y/o adorno personal idénticos, particularmente entre los siglos IV y VI (período conocido como de las «Grandes Migraciones» bárbaras en Occidente), elaborados como veremos con técnicas y métodos de
fabricación muy similares, que han sido definidos muy acertadamente como «moda
póntico-danubiana» (Kazanski). Este carácter homogéneo en el tipo de objetos, que
documentamos desde el Mar Negro hasta el Norte de África, nos permite conocer
de primera mano (sin el «filtro» que supone la interpretatio romana2: López Quiroga 2011) algunos aspectos de estas «sociedades bárbaras», en este caso a partir
de los ritos y prácticas funerarias, que muestran un hilo conductor común para las
élites bárbaras durante la Antigüedad Tardía, a través de un elemento tan identificativo como es la vestimenta.
La mayoría de los objetos analizados, como indicábamos, poseen un claro contexto funerario, incluyendo un registro arqueológico más o menos fiable, fechándose entre mediados del siglo del III y finales del siglo VI: la f íbula de plata y oro de la
tumba II de Krakovany-Stráže (Eslovaquia) (Fig. 4.7) (Kolník 1964: 417-420), situada
en la segunda mitad del siglo III; el collar de oro con crismón: Fig. 4.8 y la f íbula de
arco3: Fig. 3.1, halladas en una tumba femenina de Répcelak4, en Hungría, fechadas
en el tercer cuarto del siglo V (Kiss 2001); varios objetos de la tumba 5 de Keszthe-
C
1 Celebrada en Ourense entre el 15 de diciembre de 2017 y el 6 de mayo de 2018, con el título
In Tempore Sueborum. El Tiempo de los Suevos en la Gallaecia (411-585). La creación del
primer reino medieval de Occidente, promovida y patrocinada por la Diputación Provincial
de Ourense. Comisariada por Jorge López Quiroga y Artemio Martínez Tejera.
2 La «visión romana» de los Bárbaros, puesto que es Roma la que trasmite un relato sobre ellos
tan subjetivo como interesado.
3 Se trata de un par de f íbulas, entre las de mayor tamaño en su tipología, que se hallaron a los
pies de la difunta, junto con un fragmento de hebilla de cinturón, lo que evidencia que estas
piezas de vestimenta fueron colocadas directamente en la tumba; habitualmente el par de
f íbulas se localiza a la altura de las clavículas.
4 Sabemos de su contexto funerario por el hallazgo casual de un habitante de la aldea de Répcelak de una tumba femenina mientras trabajaba en un pozo, aunque los objetos llegarían al
Museo Nacional de Hungría (Budapest) a través de un conocido anticuario.
ly-Fenékpuszta5 (Hungría), entre ellos un par de pendientes de oro en forma de
media luna: Fig. 2.2, un alfiler para la ropa en oro, plata y perlas, con la inscripción
Bonosa: Fig. 5.2, junto con un collar en oro, granate, vidrio y lapislázuli: Fig. 5.1, y
un anillo de bronce dorado: Fig. 3.2., todos ellos de mediados del siglo VI (Barkóczi
1968; Garam 1991, 2001; Vida 2011; Horváth-Rácz 2016; Heinrich-Tamáska 2016);
diversos objetos documentados en la rica tumba XXXII6 de la conocida necrópolis
de Smolín (Moravia, República Checa), entre los cuales hemos analizado una f íbula
de plata: Fig. 3.5, una pulsera o brazalete, también de plata: Fig. 2.8, dos pendientes
de oro: Fig. 4.6, un anillo: Fig. 2.4 y una hebilla de cinturón: Fig. 3.3, ambos de plata,
y por último un par de pendientes de plata y bronce: Fig. 4.4 (Tejral 1973, 1982);
varios objetos de la tumba de un adolescente hallada en 1874 en Bailleure (Etrigny,
Saône-et-Loire, Francia), y concretamente un par de f íbulas de plata dorada: Fig.
3.4, un utensilio de tocador de plata: Fig. 2.5, y cuentas de collar y colgantes en oro
y plata: Fig. 5.3 (VV. AA. 1990, 2001); y una serie de objetos formando parte de
elementos de vestimenta y adorno personal hallados en la necrópolis tardo-antigua
de Mérida (Badajoz), como una serie de placas en oro: Fig. 4.2, un par de pendientes igualmente en oro con remate poliédrico: Fig. 2.3, un collar o diadema en oro
y granates: Fig. 4.5, unas cuentas tubulares también en oro: Fig. 4.3, y un par de
agujas realizadas en oro: Fig. 2.7, fechados en la primera mitad del siglo V (Heras
Mora-Olmedo Gragera 2014).
Otra serie de piezas son fruto de hallazgos «fortuitos», por lo tanto sin ningún
tipo de contexto: el broche de Baamorto (Monforte de Lemos, Lugo)7: Fig. 5.4, datado de la primera mitad del siglo V (Vázquez Seijas 1956-1957; Núñez Rodríguez 1976;
Arias Vilas 1991; Casal García-Blanco Sanmartín 1998; Koch 1999; López Quiroga
2004, 2010; Pérez Rodríguez-Aragón 2008); el anillo de Romelle: Fig. 2.1 (Reinhart
1947; Vázquez de Parga 1947; Ruiz Trapero 2004; Balmaseda Muncharaz 2009; Gutiérrez Cuenca 2009); el anillo signatario de Alarico II8: Fig. 5.5, fechado entre los
5 Esta tumba forma parte del llamado cementerio-horreum de Keszthely-Fenékpuszta (un
castrum de 15 hectáreas), hallado en 1959, y en el que se documentaron 31 inhumaciones,
precisamente al este del granero; la tumba 5 se corresponde con una inhumación femenina
infantil con ataúd de madera con depósitos y ajuares funerarios.
6 La importante necrópolis de Smolín fue descubierta en 1951 en un yacimiento de amplia
secuencia ocupacional; la tumba xxxii que nos ocupa fue parcialmente dañada, tratándose
de una fosa funeraria de 2,5 m de longitud y 2,1 m de profundidad, siendo el cráneo el único
resto óseo conservado correspondiéndose con un individuo femenino de unos veinte años de
edad.
7 Se trata de un broche hallado casualmente en 1920 compuesto de dos partes: una f íbula de
forma ovalada unida a otra placa metálica casi circular, realizado en chapado de oro y cabujones de pasta vítrea.
8 El anillo de Alarico II es uno de los tesoros del Kunsthistorisches Museum de Viena, y fue
adquirido en 1784. El anillo que sostiene el sello es del siglo xvi y fue probablemente añadido
por Graf Ulrich IX de Montfort-Rothenfels (fallecido en 1574). La matriz del sello fue grabada
en una de las piedras preciosas más duras que existen: zafiro, esmeralda o rubí azul pálido.
85
siglos V y VI (Schramm 1954; Wolfram 1967; Breckenridge 1979; Schulze-Dörrlamm
1990; Zwierlein-Diehl 1991; Schmauder 2002; Silvan 2003; Spier 2007; Kornbluth
2008); o la hebilla de plata dorada y nielada con inscripción rúnica de mediados del
siglo V9: Fig. 1, junto con un par de f íbulas de plata10 de mediados del tercer cuarto
del siglo V: Fig. 4.1, ambas procedentes de Szabadbattyán, en Hungría, situada a
mediados del siglo V (Beninger 1931; Fettich 1928; Bona 1971; Kiss 1980).
Contamos, también, con piezas que son el resultado de excavaciones sobre las
que carecemos de registro estratigráfico conocido: como la necrópolis descubierta
en Beiral (Ponte de Lima, Portugal), en la que se localizaron una serie de depósitos y ajuares funerarios, entre los que hemos procedido a analizar un anillo de oro
con granates y decoración cloisonné: Fig. 5.6, y una diadema de oro con colgantes:
Fig. 2.6 (Viana 1961; Almeida 1986; Barroca 1987; López Quiroga 2001, 2010; Arezes
2012; 2017; Pinar Gil-Ripoll López 2008); idéntica situación es la de la tumba hallada en Beja (Alemtejo, Portugal), en donde se documentaron varios elementos de
vestimenta y adorno personal junto con una gran spatha, habiendo analizado en el
marco de este estudio una de las hebillas de cinturón con decoración cloisonné: Fig.
5.7 (Campos 1906; Martínez Santa Olalla 1934; Supiot 1934; Figueiredo-Paço 1947;
Viana 1953, 1960, 1961; Almeida 1962; Cardozo 1967; Hauschild 1986; Barroca 1987;
Kazanski 1991; Pérez Rodríguez-Aragón 1998; Lebedynsky 2001; Rodríguez Resino
2003, 2004; López Quiroga 2004, 2010; Arezes 2011, 2012).
Origen y vinculación, a nivel técnico, entre estos
objetos bárbaros y la tradición que les precede.
El estudio pormenorizado de la topograf ía de las piezas y especialmente, de la técnica de fabricación, nos ha permitido aproximarnos a los objetos estudiados desde
un aspecto material que nos hace establecer una serie de relaciones y conclusiones a
mayores de su dimensión formal, tipológica o histórica. Al tratarse de una primera
fase del proceso de investigación en el que el método de análisis ha sido principalmente microscopía óptica (MO), hemos puesto el acento en el procedimiento de fabricación y en lo que ello podía suponer de revelador para comprender el sistema de
trabajo, la organización del mismo y aproximarnos a quiénes y cómo realizaron la orfebrería de este período, asociada a una moda concreta y a unas élites determinadas.
La especialización de los artesanos que están detrás de esta orfebrería y su gran
pericia en los resultados, nos hace pensar entre otras cosas, que no es algo nuevo
y que estamos ante un trabajo de gran tradición artesanal milenaria, que llega a
estos momentos, cargado de influencias en todos y cada uno de los procesos de
ejecución y que, como en otros periodos históricos, supone un pequeño avance e
innovación en la fusión de múltiples tradiciones anteriores, de culturas y orígenes
diversos. Esto da lugar a unos tipos con carácter propio como resultado de una
labor de fusión tecnológica, que suele caracterizar a los procesos de configuración
de la historia material. Es por ello necesario identificar, en los objetos estudiados,
cuántos procedimientos históricos hallamos en ellos y de qué manera se produce
su adaptación o transformación en este periodo cronológico (siglos III-vii), hasta
9 Ingresó esta pieza a través de un anticuario en el Museo Nacional de Hungría (Budapest); en el
interior de la placa de cinturón, por la parte que no presenta decoración, hay una inscripción
en caracteres rúnicos con el nombre Maring, que se interpreta como un antropónimo «suevo».
10 Estos objetos, junto con otras piezas similares en plata y vidrio, se hallaron a proximidad de
la ciudad romana de Gorsium y llegaron al Museo Nacional de Hungría (Budapest) a través
de un anticuario. El contexto funerario de este hallazgo se puede deducir por la localización
de una rica tumba femenina en el lugar de Szabadbattyán, fechada en el siglo V, con motivo
de la construcción de la línea de ferrocarril.
86
llegar a lograr la singularidad de los objetos característicos de la moda póntico-danubiana, una orfebrería que podríamos denominar, de mestizaje y tradición.
Nos hemos centrado en el uso del oro y la plata, con aplicaciones de materias
semipreciosas, por tratarse de objetos que contienen una alta especialización técnica y excepcionalidad en su ejecución. Los mejores procedimientos, las técnicas más
elaboradas y dificultosas, la excelencia en el virtuosismo técnico, son aspectos que vamos a encontrar en la orfebrería vinculada a estas élites bárbaras. El uso del bronce, el
cobre o el hierro, estará más en relación a otro tipo de talleres artesanos que por interpretación e imitación, se inspirarán en motivos similares tipológicos, pero recurriendo a técnicas de fabricación simplificadas y aptas para los materiales manipulados.
Es importante entender desde un principio, que el aspecto formal y tipológico
de la orfebrería es consecuencia en una parte notable de los procesos tecnológicos,
es decir, el granulado por ejemplo, o la filigrana al aire, van a dotar a la pieza de una
serie de características concretas estéticas, a diferencia del uso del esmalte o el dorado aplicados. Diseño y tecnología van de la mano, pero una es consecuencia de la
otra y viceversa. Cuando el objeto creado en cuestión utiliza una técnica diferente,
como la imitación del granulado o la filigrana por estampación de matrices, entonces estamos ante objetos similares en lo formal, pero completamente diferentes en
cuanto a la ejecución, pasando a un segundo nivel en la categoría técnica del objeto,
por ser fruto de la simplificación y economía del proceso. Nos interesan pues aquellos que recurren en su producción a un proceso tecnológico propio.
Si nos remontamos según datación por radiocarbono al 4.600-4.200 a. C., concretamente a la tumba nº 43 de la Necrópolis de Varna en Bulgaria, hallada en 1972
por Mijaií Lazarov e Iván Ivanov, podemos comprender cómo el uso del oro, su
tecnología de transformación y la funcionalidad de dicha orfebrería se mantendrían
con tímidas variaciones durante los 4.800 años siguientes. El uso de estos objetos
con fines de distinción social son ya aquí de uso generalizado (Todorova 1982), del
mismo modo que en la orfebrería póntico-danubiana, las élites y sus escalas se diferencian en sus enterramientos precisamente por el tipo de objetos, artificiosidad
técnica y valor material de los mismos. Si además tenemos en cuenta que estos objetos contenían una marcada dimensión simbólica, de memoria y que engalanaban al
difunto en el momento de sus exequias, es fácil concluir que los artesanos gozarían
de algún tipo de reconocimiento social y/o proximidad a las élites demandantes.
Este reconocimiento, de algún modo, ya es presente en esta necrópolis de fines
del Calcolítico, ya que junto con tumbas de líderes de grupo se encuentran enterramientos específicamente de artesanos, aspecto muy interesante para nuestro
estudio ante las evidencias de herramientas presentes en dichos enterramientos,
de las que destacan los troqueles y cinceles. La existencia pues de un artesanado
o grupo de artesanos, con tecnología, aunque limitada, definida, está vinculada al
poder. De alguna manera, sus objetos y útiles suponen un instrumento que es imagen de su virtud en el arte de la orfebrería, por lo que en su última exhibición ante
su comunidad, en el lecho de muerte, se muestran públicamente engalanados por
sus creaciones y los recursos que las hacen posibles. Esto nos hace pensar que, ya
en este periodo, la destreza tecnológica, además del material noble, fueron motivo
de exhibición. No es de extrañar que, según el rango del individuo inhumado, siglos
después la complejidad de los objetos sea un elemento diferenciador.
En esta necrópolis se hace patente que los orfebres ya empleaban técnicas como
la lámina de oro batida, recortada y perforada, la lámina repujada y troquelada en forma de brácteas circulares semiesféricas, el fundido y vaciado de oro para la obtención
de cilindros, brazaletes y cuentas, el uso de alambre de oro torsionado en espiral y las
cuentas de ámbar y cornalina para las aplicaciones. Podemos decir de hecho, que estas
técnicas de ejecución se van a mantener, con variaciones y perfeccionamiento en algunos objetos sometidos a estudio en este proyecto, como es el caso de las brácteas de
las tumbas de la necrópolis de Mérida, los cilindros de plata que acompañan tumbas
como la de Beiral, el uso de oro macizo vaciado a molde del brazalete cuado de la tumba de Zohor, los collares de ámbar de la necrópolis de Vigo (Rúa Hospital) o la tumba
infantil del Museo de Stuttgart, respectivamente. Si algo, además, llama especialmente
la atención, es la disposición y ubicación de algunos de estos elementos, y hablamos
concretamente de las brácteas de oro. Se trata de aplicaciones sobre la indumentaria,
placas ornamentadas que se fijan por cosido a los tejidos con los que visten al difunto.
Puede tratarse de una costumbre extendida ya en la propia vestimenta de uso (gala) o
destinarse exclusivamente para el momento de la muerte, con otro sentido.
Si atendemos a la evolución de la indumentaria regia y cortesana de siglos
posteriores, así como a las representaciones de las mismas, en pinturas, mosaicos,
miniaturas e incluso en escultura, cabe pensar que no distaría mucho de esta realidad protohistórica. Estas placas presentan perforaciones para ser fijadas por hilo al
tejido de base, las hallamos aquí 4.600-4.200 a. C. y las encontramos de nuevo en
la primera mitad del siglo V d. C. con las brácteas de la necrópolis de Mérida. Tras
el análisis de su procedimiento técnico (Estudio estereoscópico de la topograf ía y
sedimentos a 1x-20x), así como de las huellas dejadas por el uso, especialmente
en el reverso, podemos confirmar, que efectivamente estaban cosidas a un soporte
blando; ¿tocado?, ¿sudario?, esto todavía por determinar (Fig. 4.2) o en la tumba
femenina de Hochfelden (Alsacia, Francia).
Es muy interesante este tipo de ornamento de indumentaria por su belleza, riqueza visual y pervivencia en el tiempo; no hay que olvidar que se trata de un recurso
que llegará hasta la Edad Moderna y que podemos encontrar en la indumentaria
litúrgica, en especial en las representaciones escultóricas y pictóricas de santos, profetas y apóstoles con la técnica conocida como el brocado aplicado; no muy diferente, si pensamos en el modo de ejecución del repujado en oro que ahora destacamos.
El uso de la cera perdida a molde abierto, el pulido de ensambles o rebabas
creadas por el corte del metal, las perforaciones a golpe de cincel, el puntillado
punto a punto y el plegado de los bordes de lámina recortada, forman parte de
ese acabado tecnológicamente mejorable, pero cronológicamente admirable, que
ya encontramos en la Necrópolis de Varna.11 Métodos de ornamentación y acabado
que son comunes a muchos de los objetos aquí estudiados, con modificaciones, no
excesivamente sustanciales, si pensamos en los miles de años transcurridos.
Que el oro es maleable y que su obtención era relativamente sencilla es sabido
desde este período (Perea 1991) y que, por lo tanto, resulta agradecido al golpeo y
a la fusión, también. Por ello no es de extrañar, que el uso de lámina batida, repujada y cincelada sea una técnica recurrente con el paso del tiempo, alcanzando
perfecciones posteriores a la necrópolis de Varna, como en la Capa de Oro de Mold
(Flintshire, Norte de Gales) realizada entre 1.900 y 1.600 a. C. De alguna manera
es aquí donde comienza la tecnología del oro, con un proceso de ejecución en el
martillado en frío muy desarrollada, tras un proceso de fundido en crisol y vaciado
en lingotera, encontrándolo también en la Península Ibérica, en el Calcolítico Campaniforme (Perea 1991: 43), como vemos en la lámina de revestimiento decorada del
sepulcro de corredor de Las Canteras, en Sevilla (Perea 1991: 47). Para la fabricación,
en este caso, de la lámina durante el batido era necesario el recocido, posteriormente
el moldeado para adaptarla, el recortado y, por último, el acabado (Perea 1991: 49).
Dicho procedimiento, aquí muy abreviado, lo hallamos en numerosos objetos de las
élites bárbaras, tal es el caso de la hebilla de cinturón en plata con inscripción rúnica,
correspondiente a la tumba xxxii de Smolin (República Checa) o el par de f íbulas de
plata de mediados del tercer cuarto del siglo V de Szabadbattyán (Museo Nacional de
11 Armbruster, Bárbara: «El oro en los inicios de la metalurgia: Orfebrería en el cementerio calcolítico de Varna, Bulgaria», in: Congreso Internacional de Arqueoloxía do Ouro (7, 8 y 9 de
noviembre de 2018, Museo Provincial de Lugo), Lugo, en prensa.
Hungría, Budapest), entre otros. También es un procedimiento, el del metal batido
en frío y recocido, de los primeros a efectuar en los trabajos de orfebrería vinculada
a los bárbaros, antes de proceder con ornamentos más elaborados que se aplican a
dicha placa. En este caso, el metal es preparado y recortado, adquiriendo forma de
plancha o caja sobre la que se dispondrán aplicaciones, repujado, incrustaciones,
filigrana, granulado, o cualquier otro trabajo de carácter más preciso, tal y como
encontramos en las cuentas de collar de lunas (Fig. 5.3) y las f íbulas de plata de la
tumba de una adolescente hallada en Balleure (municipio de Etrigny, Saône-et-Loire), procedente del Musée Denon (Chalon-sur-Saône, Francia) (Fig. 3.4), el Broche
de Baamorto de la primera mitad del siglo V (Museo Provincial de Lugo) (Fig. 5.4),
o el collar de la tumba número 5 de Keszthely-Fenékpuszta de finales del siglo V
principios del VI, procedente del Balatoni Museum (Keszthely, Hungría) (Fig. 5.1).
En una serie de piezas póntico-danubianas localizadas en la colección Martí
Esteve (Barroso-Morín 2014), identificamos el uso de la lámina batida en frío como
primera fase del trabajo del orfebre, el recortado de la misma y una segunda fase de
repujado y en algunos casos plegado, a falta de finalizar el proceso completamente.
A pesar de que consideramos que se trata de objetos inacabados, sirven de muestra
perfecta para comprender la importancia de este procedimiento del batido en frío
común a la orfebrería del Calcolítico, a la que hacíamos referencia en la necrópolis
de Varna, o a la orfebrería que estudiamos de las élites bárbaras.
Este procedimiento, que consideremos una de las bases-orígenes de la tecnología en orfebrería, se va a perfeccionar en gran medida, gracias a la labor precisa de
los artesanos del mundo sumerio; teniendo en cuenta que la tradición desarrollada
por estos artífices se expande con posterioridad al oeste de Asia y Mediterráneo,
con su llegada a Turquía, se observan técnicas comunes en un espacio tiempo muy
próximos, que van a permanecer en la cultura y tradición del artesanado orfebre.
El dominio de la hoja batida es tal en Mesopotamia (3.000 a. C) que si analizamos
las numerosas tumbas reales de Ur (Molina 2010: 521-551) y en especial, las de diez
cortesanas cuyos tocados exuberantes y llenos de riqueza visual ornamental destacan por su aspecto formal, podemos identificar un avance en la técnica del batido
en frío, con el posterior recortado y repujado, donde la lámina, siendo de menor
espesor, se pone al servicio del objeto de adorno y configura una gran variedad de
formas. Al tratarse de tocados, las posibilidades de combinación entre elementos es
mayor, de ahí que la asociación entre hoja de oro y hoja de vegetación sea un recurso
natural, no obstante, a pesar de su sencillez, es la composición entre elementos la
que le dota de preciosismo ornamental.
Esto mismo lo encontramos en los objetos de orfebrería póntico-danubianos,
donde la riqueza formal en tocados, diademas y collares, hará que definamos sus
influencias siempre con un marcado carácter oriental. Tal referencia, que con razón
continuadamente se establece con la orfebrería bizantina, establece sus vínculos
mucho más atrás en el tiempo, concretamente con la orfebrería realizada por los
artesanos sumerios; y es de ahí de dónde procede su fuerte inspiración oriental.
En estas Tumbas Reales de Ur del periodo Dinástico Antiguo III 2.600-2.300 a. C.
(descubiertas en 1926-1927 por Sir Leonard Woolley), como la tumba del rey Meskalamdug y la Tumba de la reina Pu-abum, es donde encontramos las técnicas de
orfebrería que después formarán parte de la metodología habitual de los artesanos de los «príncipes bárbaros», siendo los Sumerios los primeros en utilizarlo: el
granulado, la filigrana, el hilo de oro con variaciones (liso, trenzado, moldeado y
cortado hasta hacer U o lágrimas), la soldadura, el calado-opus interrasile, la lámina batida, el repujado y los acabados conocidos de limado, pulido, etc. Lo que
evidencia que estos artesanos Sumerios, además de ser los primeros en emplear
estas técnicas, fueron a su vez los que establecieron la base de la orfebrería que marcaría los siglos sucesivos, en lo que a técnicas de ejecución se refiere. El repertorio
tipológico-formal será el que en base a los diseños diferenciados, vaya suponien87
do realmente una evolución o renovación, más que tecnológica, artística, en todos
los periodos que le suceden. Ya en estos momentos, tanto hombres como mujeres,
empleaban pendientes, diademas, brazaletes, ornamentos pectorales, etc.; pero era
la mujer la que mayor ornamento portaba, destacando sobre todo el tocado. Los
paralelos que identificamos son los pendientes en forma de media luna y sobre todo
las cuentas huecas romboédricas de la diadema de la necrópolis de Beiral (Fig. 2.
6), la cuenta romboédrica con filigrana visigoda del Forte de Lovelhe de Vila Nova
de Cerveira (Portugal), el característico troquelado en círculos del brazalete cuado
de Zohor (Último tercio del siglo I, Slovenské Národné Múzeum - Archeologické
Múzeum (Bratislava, Eslovaquia) o el alambre-hilo enroscado en forma de espiral,
como el anillo de plata de la tumba xxxii de Smolin (Región del sur de Moravia,,
Regionální Muzeum v Mikulově, Mikulov, República Checa) (Fig. 2. 4). Igualmente,
es común en el mundo sumerio el uso del lapislázuli y cornalina como materiales
semipreciosos para cuentas, asistiendo a la combinación del oro con el color rojo y
azul ultramar, como también veremos en la orfebrería de los «príncipes bárbaros»,
aunque el predominio del color rojo sea mayor y el material mude al uso del ámbar y
el granate, y a la pasta vítrea mayoritariamente para los azules, aunque encontremos
también lapislázuli en el collar de la tumba número 5 de Keszthely-Fenékpuszta
(Hungría). El empleo de estos materiales procedentes de la India o Afganistán, nos
hablan del comercio existente entre Oriente Medio y Extremo Oriente ya en estos
momentos (3.000 años antes), aunque dada la calidad técnica en el trabajo de las
piedras y el oro, puede remontarse a mucho tiempo atrás, puesto que la tradición
técnica-tecnológica se transmite, al igual que se comercian las materias primas y su
proceso de perfeccionamiento es lento. A su vez, es probable que estos artesanos
sumerios, bebiesen de los modos de hacer de aquellos territorios con los que tenían
relaciones establecidas. El flujo entre Oriente y Occidente se hace también palpable
en la orfebrería, y se mantiene hasta el momento que nos ocupa, los siglos III al VI.
El caso de los granates pertenecientes a diversos elementos de adorno y vestimenta
personal de la reina merovingia Aregonda, evidencia estos contactos comerciales a
larga distancia. En efecto, el análisis f ísico-químico de dichos granates ha permitido
documentar que proceden de la India, lo que estaría indicando la llegada de dichos
materiales a Occidente al menos hasta la segunda mitad del siglo VI, como consecuencia de un cambio en la situación política que motivó la interrupción de ese flujo
comercial y por lo tanto de los granates (Périn et al. 2005; Périn 2015).
Cuando analizamos objetos del siglo I, como el brazalete cuado de Zohor, vinculado a estos pueblos bárbaros, y atendemos al trabajo casi escultórico de las cabezas que lo rematan, así como cuando intentamos valorar el nivel de modelado
preciso y estudiado de las piezas en cera que serán vaciadas en los moldes cerámicos
que dan lugar a orfebrería de este tipo, como el par de f íbulas de arco de Répcelak
del tercer cuarto del siglo V (Museo Nacional de Hungría, Budapest) (Fig. 3. 1), sabemos que el proceso de modelado y vaciado tiene que tener un claro precedente
tecnológico. Lo encontramos no muy lejos cronológicamente, en los artesanos del
imperio sasánida (226-651 d. C.), que llegan a perfecciones técnicas y formales ya
habituales en este procedimiento, como podemos reconocer en una cabeza de caballo sasánida del siglo IV, hoy en el Museo del Louvre. De igual manera, la técnica
de lámina de oro batida, recortada y cosida a un tejido, el hilo de oro trenzado en
cadenas loop in loop, la técnica de cloisonné y sobre todo, el granulado sobre placas
triangulares, serán paralelos tecnológicos que hayamos tanto en la orfebrería de la
moda póntico-danubiana, como siglos antes en el periodo aqueménida (550 a. C. –
330 a. C.), en el tesoro de Oxus (Museo Británico de Londres y Victoria and Albert
Museum), de las que destacan las brácteas repujadas, las placas votivas, las cabezas
de oro, el brazalete de cloisonné con cabezas de grifos alados y las cuentas triangulares con granulado que son el paralelo inmediato de una de las caras del collar de
Keszthely-Fenékpuszta (Hungría) (Fig. 5. 1).
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Otra de las técnicas recurrentes en la orfebrería de los pueblos bárbaros, extendida hasta la actualidad, es el dorado aplicado sobre un metal de menor valor, con fines de imitación del oro macizo, o intencionadamente para obtener combinaciones
de tonalidades entre el oro y la plata especialmente, que se documentan en objetos
de gran valor artístico, como el par de f íbulas de arco de Répcelak (Hungría) del
tercer cuarto del siglo V (Fig. 3. 1), o la hebilla de plata nielada con inscripción rúnica
(Fig. 1) (ambas procedentes del Museo Nacional de Hungria, Budapest), o las f íbulas de plata de la tumba de una adolescente de Balleure (municipio de Etrigny, Saône-et-Loire, procedente del Museo Denon, Chalon-sur-Saône, Francia) (Fig. 3.4).
La tradición del dorado sobre otro metal, especialmente la plata, en ocasiones
sobre bronce, como sucede en el Broche de cinturón de Baamorto (Museo Provincial de Lugo) (Fig. 5. 4) y el anillo de la tumba de Keszthely-Fenékpuszta (Hungría)
(Fig. 3. 2), es una técnica artesanal orfebre que presenta una tradición de al menos
3.000 años. Si tenemos en cuenta la influencia que el mundo egipcio ejercerá en
todas las artes suntuarias en los siglos posteriores, así como la extensión e integración en las tradiciones técnicas siguientes, entenderemos que el dorado, como
recurso perfeccionado sumamente utilizado y explotado en todas sus posibilidades,
lo encontramos ya en la orfebrería egipcia, así como en las artes de policromías y dorados de este momento. El oro era abundante y se extraía de los depósitos fluviales
próximos y posteriormente cribado de la arena, así como de la roca de cuarzo por
fractura con martillos, separación a fuego y posterior lavado en el Nilo (Garnet 1972:
39, 40). En la técnica del dorado se aplicaba, al igual que encontramos en las piezas
antes referenciadas, el oro en pan, lámina o en chapa con todas las posibles fórmulas de unión con el metal de base. El uso reiterado de la lámina aplicada mediante
diferentes procedimientos se debe al uso de técnica del martillado, cada vez más
perfeccionada, hasta el punto de superar el espesor mínimo de las placas sumerias
de las tumbas de Ur, para obtener el finísimo pan de oro de hasta 6 micras de espesor
(Garnet 1972: 39, 40), aplicados la mayor parte de las veces sobre un alma de madera.
Si la placa era de espesor medio gruesa, entonces se fijaba por martillado y adhesivo
orgánico a la estructura interior hasta adquirir la forma, pero si ésta era pan de oro
se adhería mediante el proceso artesanal conocido como dorado al agua, empleando
yeso arcillas y adhesivos orgánicos animales sobre la superficie también de madera.
Si el oro fino era aplicado sobre metal, podía adherirse a éste mediante bruñido, aplicando un tipo de fricción en superficie que genera calor y presiona la lámina hasta
fijar ésta al metal de base. Encontramos numerosos ejemplos de dorado sobre metal
en la orfebrería de la moda póntico-danubiana con placa (Fig. 5.4), (Fig. 3.2) y con
pan de oro (Fig. 1.9), (Fig. 3.1) y (Fig. 3.4), en el primer caso, con un espesor mayor y
adaptada por martillado al alma de bronce y, en el segundo caso, con lámina fina o
pan de oro refundido o con dorado por amalgama de mercurio. El uso de almas de
otros materiales y su fijación a estas, además de en el proceso de dorado, lo hayamos
también en el uso de la plata batida y recortada, dispuesta sobre alma de madera,
esté o no dorada. Tal es caso de los broches de cinturón cómo el de Szabadbattyán
(Hungría) de mediados del siglo V (Fig. 1.10 y 1.11), donde identificamos el sistema
de remachado, mediante clavos de plata con cabeza esférica que unen el anverso y
reverso de una misma placa, que se pliega sobre sí misma para construir el broche.
En el interior suponemos hubo un alma de madera, para dar estabilidad y resistencia
al metal, y el remachado tenía la función de unir ambas caras de la placa entre sí con
la madera, así como ornamentar en forma de tréboles el frontal aprovechando la
forma de dichas cabezas de plata. El uso del remachado, como sistema de ensamble,
se utiliza con los egipcios y su empleo continuará en la orfebrería hasta la actualidad,
por lo que su presencia en objetos de los siglos IV-VI, entre los pueblos bárbaros,
es algo de fuerte tradición y común en los sistemas de fabricación, como también
reconocemos en el broche de cinturón del «periodo de las migraciones» (Fig. 3.3) de
la tumba xxxii de Smolin (Región del sur de Moravia, República Checa).
¿Se puede afirmar que la tecnología egipcia y sus procedimientos llegan hasta
el tiempo que nos ocupa y que son el referente, aunque pretérito, de la tradición que
estudiamos? Ni qué decir tiene que de ser así, hasta llegar a la tardoantigüedad, van
a experimentar transformaciones y adaptaciones a nuevas manos artesanas, aunque
no en lo substancial, sí en el perfeccionamiento o adaptación de las técnicas. Así
sucede con el cloisonné como proceso sumamente elaborado que identificamos en
numerosos objetos de las élites bárbaras: el anillo de la necrópolis de Beiral (Ponte
de Lima, Portugal) del siglo V y la f íbula la primera mitad del siglo V (procedente del
Convento de Santa Clara, en Beja, Portugal) (Fig.5.6 y 5.7), ambas de oro y granates,
o la f íbula de Alovera, de la necrópolis del Camino de la Barca (Guadalajara) del
siglo VI, en este caso de bronce dorado con pasta vítrea. Estos objetos están realizados mediante un sistema de cloisonné alveolado con celdillas que albergan las
aplicaciones, a base de tabiques de oro macizo o bronce en placa batida, recortada y
fijada a la caja por soldadura con aporte de aleación soldante. No obstante, el nivel
de maestría ya era destacado en la orfebrería egipcia, incluso pervive el sistema de
celda alveolada creada por placas en formas de U, con la diferencia de los materiales
aplicados predilectos, éstos de mayor variedad, como la fayenza, diferentes piedras
semipreciosas (granate procedente de Assuan, lapislázuli de Afganistán u otras piedras de Sudán y Oriente Medio) o la pasta vítrea con diversidad de colores y otros
procedimientos de soldadura y engarce12, como el cloisonné virtuoso del Pectoral
de Sit-Hathor-Yunet (regalo su padre Sesostris II, Dinastía XII, alrededor de 1880
a. C.) en oro con incrustaciones de cornalina, lapislázuli, turquesa y granate) (Scott
1964: 228; Lansing 1940:14). El uso de cuentas de oro realizadas mediante la técnica
de la lámina plegada con ornamentación por batido a molde (Fig. 2.6) y (Fig. 4.6);
el empleo de alambre e hilo de oro obtenido por rodado de lámina (Fig. 4. 4, 5, 6, 7
y 8); el vaciado a la cera con relieve rehundido de oro fundido a molde como en el
anillo de Teuderici de Romelle (Samos, Lugo), de los siglos VI-VII, procedente del
Museo Arqueológico Nacional (Fig.2.1), hallado en los anillos signatarios del Nuevo
Reino y del Periodo Dinástico Tardío (1580-332 a. C) (Lansing 1940:20); el granulado
obtenido a partir de hilo cortado y rodado; junto con el procedimiento habitual de
reutilización de objetos anteriores, son otras técnicas de orfebrería que, desde que
los artesanos egipcios perfeccionaron en su desarrollo, han ido transmitiéndose al
resto de las civilizaciones posteriores como una tecnología sobradamente desarrollada, conocida y especializada (Garnet 1972:42). El granulado, por ejemplo, obtenido de diferentes modos y con variedad de opciones ornamentales, presenta un gran
desarrollo en este momento, y no como una excepción, ya que en la ciudad de Ur
los artesanos sumerios (2.500 a. C.) aplican esta tecnología; posteriormente, en el
mundo etrusco, obtendremos el mayor nivel de virtuosismo técnico en el proceso
de granulado. De hecho, el granulado egipcio se extiende en su uso hasta el 300 d.
C., combinado con la filigrana de hilo sentada, creando formas triangulares en racimo o pirámide (Perea 1991: 175), de gran similitud a las realizadas en una de las caras
del collar de la tumba número 5 de Keszthely-Fenékpuszta (Hungría), de finales del
siglo VI principios del siglo VII (Balatoni Museum, Keszthely, Hungría) (Fig.5.1)13.
¿Quiere esto decir que los objetos de las élites bárbaras mantienen en su ejecución una tradición foránea, histórica, milenaria y dominada ya con anterioridad?
12 «La caja la realizan con pequeñas tiras de lámina de oro soldada a la placa base, creando
las celdillas, mediante soldadura coloidal dura o soldadura suave con aleación de punto
de fusión más bajo con natrón, un mineral natural. Para fijar las piezas en cada celdilla se
empleaba una pasta de cemento» (Garnet 1972: 42).
13 La estructura ornamental triangular del granulado, así como su combinación con la filigrana sentada de hilo de oro en ondas, según Ambrose Lansing, es fruto de la suma entre la
tradición egipcia de dos mil años antes y la orfebrería greco-romana, que se han ido fusionando a lo largo de estos últimos siglos, entre el 300 a. C. y 300 d. C. (Lansing 1940: 24).
Es evidente que sí, por ello la técnica empleada, de marcado carácter oriental, se
mantiene hasta ese momento. El empleo del tocado con tejido y aplicaciones de oro
cosidas ya vistas (brácteas de oro de Mérida por ejemplo), hallan también en Egipto
un paralelo como objeto de lujo para el cabello, a modo de velo que cubre toda la
cabeza, realizado en oro y con las incrustaciones de cornalina y pasta vítrea, como
vemos en el tocado de una dama de la corte del reinado de Tutmosis III (1501-1447 a.
C.) (Lansing 1940:16). En cuanto a la técnica de ejecución de las brácteas de disco de
la tumba de mujer adulta de Mérida (primera mitad del siglo V), realizadas en oro
batido, recortado, troquelado y perforado, que buscan imitar la ornamentación de
alambre de oro perlado con organarium, que sí encontramos en el collar-diadema
de la misma necrópolis, es ya habitual su uso en objetos de tocado y ornamento
femenino también en la orfebrería egipcia grecorromana, como vemos en la cadena
de Taposiris Magna del siglo III a. C., la cadena de la Bahía de Abuqir, o el Collar
en forma de red con eslabones semiesféricos, supuestamente del Fayum, en este
caso sí con alambre perlado por organarium y soldado a la placa batida y repujada
(Petrina 2014:40 y 41). Esta orfebrería egipcia que evoluciona influida por nuevas
tendencias que se fusionan con su propia tradición, marcará la tecnología posterior,
y al igual que la tradición sumeria permanecerán de algún modo en los sistemas de
ejecución de orfebrería posterior, como la etrusca, grecorromana, bizantina o la los
pueblos bárbaros que nos ocupan. Sabemos que la organización de los talleres de
orfebres que trabajaban para la corte, estaban perfectamente organizados14, por lo
que no es de extrañar que pensemos, todo lo contrario, que el sistema de fabricación
exige la presencia de talleres similares en el tiempo de los bárbaros, estructurados
en base a cada uno de los procedimientos a realizar en su orfebrería, con la factura
de igual precisión, que 2.500 años antes ya encontramos en esta franja del Mediterráneo. Además, es interesante ver como la plata ya era importada desde Asia en
este momento, nos hace ver de nuevo que estamos ante un comercio habitual entre
Oriente próximo y el lejano Oriente, como ya indicábamos en los pueblos sumerios.
También el uso del vídrio es algo común a todas las civilizaciones del mediterráneo
y mantendrá su uso en la orfebrería de los bárbaros.
Si analizamos objetos como los pendientes de la tumba XXXII de Smolin del
«periodo de las migraciones» (Fig. 4. 6), la f íbula de Krakovany-Stráže de la segunda
mitad del siglo III (Fig.4.7), el collar con crismón de Répcelak (Hungría) del tercer
cuarto del siglo V (Fig. 4.8) y el collar de la tumba 5 de Keszthely-Fenékpuszta, de
finales del siglo VI-principios del siglo VII (Fig. 5.1), veremos que existe una técnica
común ya referenciada antes, el granulado. Como se ha avanzado, en la orfebrería
del periodo etrusco (silgo XI-IV a. C.) es cuando encontramos un nivel de granulado
superior, al que vinculamos por pervivencia tecnológica la mayor similitud a las
piezas estudiadas. Los cuatro ejemplos referidos presentan unas proporciones en el
tipo de gránulo variable, que podemos relacionar con la orfebrería troyana y griega
principalmente: collar Keszthely-Fenékpuszta 1,1mm de gránulo de mayor tamaño
a 0,7mm de diámetro, la f íbula de Krakovany-Stráže entre 0,25 y 0,4mm de gránulo
e hilo de 0,12mm de sección, los pendientes de Smolin 0,6- 0,9mm y el collar con
14 «Se tiene conocimiento de la existencia de un «jefe de los fabricantes de oro fino» (Papiro
funerario del Museo Británico, para Neferronpet, que vivió alrededor del año 1300 a. C.).
Encontramos aquí ya la referencia a un artesano y «jefe», lo que nos indica la existencia
de una jerarquía» (Garnet 1972: 41). Existen además representaciones de talleres de joyería
donde se observa la estructura del trabajo organizado, las herramientas empleadas, el tipo
de objetos fabricados, los sistemas de calibrado de los materiales, incluso el procedimiento
de vidrio soplado, o la fundición del metal (Henry 1972). Hablamos pues de talleres reales
para una minoría, para una élite.
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crismón 0,6-1mm.15 Por lo tanto, no identificamos ni el granulado etrusco ni el sumerio en cuando a escala, pero sí se mantiene la tecnología de fabricación y el sistema de soldadura. Sin embargo, en estos objetos de las élites bárbaras identificamos
esta pervivencia etrusca en el preciosismo ornamental, riqueza técnica, laboriosidad tecnológica, el dominio del proceso de soldadura y la escala de los objetos con
tendencia a ser pequeña, lo que nos hace pensar que empleaban sistemas de visión
aumentada para trabajar con precisión16. El comercio intenso en el Mediterráneo
y la comunicación constante entre pueblos y culturas, favoreció el intercambio no
sólo de materias primas, sino de los objetos en sí, y probablemente de alguna manera los procesos tecnológicos de orfebres se comparten y se adquieren, hasta ser
integrados en nuevas formas de ejecución. El comercio marítimo intensificado con
los fenicios (1.200-539 a. C.), extendió también sus técnicas de orfebrería como el
uso de esmaltes, piedras talladas, la lámina repujada y el dorado, en este caso sobre cobre, como se aprecia en el Pectoral del rey Ip Chemu Abi que representa
un halcón (siglo XIX a. C.), de oro repujado (Museo del Louvre, París.) o el anillo
signatario fenicio del yacimiento arqueológico ‘Casa del Obispo’, en Cádiz (siglo
VII a. C.). Así mismo, ellos extienden el comercio de cadenas loop in loop de eslabones encadenados, que aparecen por primera vez en Troya y se extienden desde
allí gracias a las corrientes comerciales fenicias, haciéndose el uso de estas cadenas
muy abundantes en la costa sirio-palestina y que encontramos frecuentemente en
la orfebrería de los pueblos bárbaros (Fig. 4.8), como en el collar con crismón de
Répcelak (Hungría) o el collar de los depósitos funerarios de la tumba femenina de
Hochfelden (Francia), siglo V.
Si regresamos de nuevo al conjunto de placas de oro ornamentales de vestimenta (brácteas) de la necrópolis de Mérida, en su variedad: de disco, cuadradas, en espiral o piramidales (Fig. 4.2) y atendemos a cómo están realizadas y cuáles pudieron
ser sus referentes, más allá de los coetáneos cronológicos, a mayores de los paralelos
milenarios establecidos anteriormente, es imprescindible hacer referencia al Tesoro
de Tillya Tepe en Oriente Medio del año 100 a. C. (Afganistán) y descubierto en
1978, concretamente a las cinco tumbas de mujer que se encontraron cubiertas de
joyas, pendientes y brácteas de oro de diversas formas: rosetas, cuadrados, cilindros, etc.17 Éstas se disponen sobre el torso y formando parte de la indumentaria
exterior, alineadas, en unas tumbas próximas a la cabeza y en otras a modo de banda
recorriendo el cuerpo. Se trata de las aplicaciones de oro sobre tejido realizadas a
partir de placas de oro batido, repujado y recortado de excesiva similitud a las placas
de Mérida (Fig. 4.2), así como las cajas circulares con guarnición de lámina de oro
batido, halladas en estas tumbas y que son claramente iguales a las encontradas en
el collar de los depósitos funerarios de la Tumba de una adolescente de Balleure
de principios del siglo V (municipio de Etrigny, Saône-et-Loire, Francia) (Fig. 5.3).
15 «Los etruscos utilizan gránulos muy pequeños (0,14 mm en lugar de granos 2mm usados
por los sumerios, 1.1 a 0.4mm granos utilizados por los troyanos y granos 0.25mm utilizado
por los griegos)» (Perea-Montero-Gutiérrez-Climent-Font 2008: 119).
16 Hablamos de pervivencia etrusca que será posible identificar a través de la tradición griega
y romana, a la que se suma la fuerte influencia estilística oriental. Tenemos como ejemplo
las representaciones de damas romanas de ‘El Fayum’ en sus retratos funerarios, donde
observamos la presencia de diademas, el tipo de pendientes y collares, así como un tocado
ataviado de ornamentación en placas de oro, éste ya imitado con tejido enyesado y policromado que rodea la tabla, sobre la que se pinta el retrato.
17 ‘Tesoro de Tillya Tepe’, ‘Tesoro de Kabul’ o ‘El tesoro de la Colina del Oro’. Región de
Amu-Daria. Excavado por Víktor Sarianidi en 1978 y 1979, miembro de un equipo afgano-soviético financiado por la Academia de Ciencias de Moscú: «Jamás se han encontrado
en un mismo lugar tantos objetos de la antigüedad, procedentes de tantas culturas diferentes: espejos chinos, adornos griegos, dagas de Siberia, monedas de origen romano o indio»
(Sarianidi 1990).
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Seiscientos años antes, el tipo de bráctea de disco de oro batido y repujado imitando
el puntillado que ya hallábamos a su vez 4.600 años a. C. en la Necrópolis de Varna
(actual Bulgaria) nos hablan de una tradición milenaria, donde el uso de placas de
oro para ornamentar partes de la vestimenta había sido algo habitual, en el Mediterráneo Oriental, Oriente Próximo y Oriente Medio a lo largo de cinco milenios,
y que ahora las élites bárbaras hacen llegar a través de la moda póntico-danubiana
hasta lugares como Mérida, en el extremo occidente. Encontramos un elemento
también reiteradamente empleado por las mujeres de las élites bárbaras, en esta
necrópolis de Tillya Tepe, los alfileres o acus, para fijar el tocado a la cabeza sobre
las orejas, sosteniendo las telas engalanadas (Fig. 2.7).
Pero si con unos talleres concretos se ha relacionado la orfebrería de las élites
de los «príncipes bárbaros», ha sido con los de Constantinopla, talleres de orfebres bizantinos (auríferes specierum) que pudieron exportar o comerciar objetos
ante su posible demanda18. Si analizamos la orfebrería bizantina (395-1050 d. C.), así
como la indumentaria y las prácticas de ornamento y tocado, especialmente en las
mujeres, encontraremos sin duda un paralelismo claro. No obstante y después de
las relaciones establecidas a nivel técnico en la fabricación de los mismos, hay que
tener en cuenta que la tradición bizantina es heredera de todas aquellas referidas
anteriormente, mediante un proceso de fusión y reutilización de esquemas y patrones tecnológicos, al igual que otras civilizaciones lo hicieron antes. Es en la indumentaria donde hallamos la máxima exuberancia del ornamento de Oriente, gracias
al empleo de piedras preciosas, sedas ricas19 y esencialmente el oro, combinando
los brocados con la pedrería, en manos, zapatos y vestimenta. El superhumeral, el
maniakis y el tablion, eran elementos de la indumentaria de carácter regio que se
ornamentaban con orfebrería y bordados, aunando la tradición romana con el tipo
de prendas de vestir y la influencia intensa oriental con la riqueza de los materiales
que se empleaban, damascos, bordados y tejidos de oro (Ducellier-Kaplan-Martin
1989: 154). Pero si tenemos que destacar algún adelanto a nivel tecnológico podemos decir que los procesos de fabricación ya están completamente desarrollados y
perfeccionados, por lo que en estos talleres así como en la orfebrería posterior se
producirá un fenómeno de pervivencia de la tradición, transmisión y enseñanza, de
marcado carácter oriental, atendiendo a las múltiples épocas que les han precedido.
Asistimos en esencia a la creación de repertorios iconográficos, al nacimiento de
tipologías específicas para estas indumentarias concretas y probablemente, al empeño y diferencia que concentrará toda su atención en el diseño y en la forma. Es
18 «Los motivos y los estilos en la joyería bizantina temprana solo pueden ser explicados por
la importante influencia, de un taller o grupo de talleres. Este taller o agrupación se encontraba probablemente en Constantinopla, donde la producción de joyería se puede dividir
en tres sectores: Producción de insignias para altos funcionarios y élite militar realizados
por los bárbaros y/o orfebres; la Producción de insignias imperiales y joyería realizada por
auríferes specierum y la producción de hombres y mujeres ordinarios. No es fácil saber
qué sector fue el responsable de la creación de la «moda interregional», aunque sabemos
que la joyería imperial fue creada por auríferes specierum (orfebres de joyas). Los auríferes
solidorum eran los que acuñaban moneda de oro. El que crea pues la moda y las influencias
es la joyería imperial y la moda interregional se extiende y difunde a través de modelos,
libros de patrones o artesanos viajeros» (Stolz 2010:37).
19 «Hay muchos oficios manuales que no son descritos en el ‘Libro del Eparca’, pero sí en
otras fuentes. No obstante, la industria de la seda y los gremios son importantes. Cuidadosamente desglosada para así evitar cualquier concentración vertical: comerciantes seda
cruda, fabricantes de telas, aprestadores, comerciantes de ropas fabricadas in situ, comerciantes de sederías importadas; se dice que la seda es un material imperial que sirve para
confeccionar los vestidos del emperador, de la corte y de los dignatarios y para los regalos
del emperador a los extranjeros; su exportación está casi prohibida: la seda es un producto
político, severamente controlado.» Ducellier, Kaplan Martin (1989: 154).
el momento de proceder a combinar todas las técnicas de ejecución, para obtener
todo tipo de diseños ricos y fastuosos. Así como existe ese vínculo entre la orfebrería bizantina y la de las élites bárbaras, de manera coetánea y con fuerte proximidad
geográfica, no la hallamos en los pueblos eslavos de entre el siglo VI al X, salvo en
ciertas excepciones.
Analizando diversas tipologías de objetos en su función y diseño, podemos decir que los modelos eslavos difieren mucho de los creados, en la misma cronología,
por los pueblos bárbaros, aunque sí encontramos similitudes en los aspectos tecnológicos (Szymons 2010:167 y 170). Hallamos un elemento similar en ejecución
e incluso en diseño en los pendientes de filigrana en oro del museo Mikulov de
Chequia (Fig. 4.6), donde encontramos semiesferas de lámina soldados entre sí y
con posterior filigrana y granulado superpuesto, para los que se utiliza el proceso de
ejecución de los aretes tipo Borschchevka, basados en un ejemplo de Torsta, Suecia.
Se sueldan entre sí en la parte central, utilizando un hilo troquelado por organarium. También destacamos la fabricación de hilos de oro con formas concretas, tal
y como hallamos en la f íbula de filigrana de Bratislava, Eslovaquia (Fig. 4.7), donde
el hilo una vez fundido en molde y batido o entorchado, se enrolla sobre un alma de
metal de un diámetro específico, a continuación se corta y se obtienen muchos hilos
en forma de herradura, con el mismo tamaño. Igualmente sucede si empleamos una
U de metal sobre la que entretejemos en zigzag el hilo de oro, que después se corta y
de él se obtienen lágrimas de hilo. Tanto con las C y las U se procede a la soldadura
de la filigrana, sobre la que se procederá a continuación a realizar el granulado y su
soldado. Se puede decir que estos son los procedimientos técnicos contemporáneos
entre ambas tradiciones, a su vez llenas de variaciones y matices.20
Conclusiones
El estudio de los elementos de vestimenta personal en contexto funerario, pertenecientes a las élites bárbaras Occidentales, se aborda, generalmente, desde una perspectiva tipo-cronológica, apoyándose en el registro arqueológico. La presencia de
objetos en oro en estas inhumaciones socialmente privilegiados, desde el Mar Negro al Norte de África, es recurrente, informándonos sobre el status del individuo,
los ritos y prácticas funerarias. Sin embargo, conocemos todavía muy poco sobre
las técnicas de fabricación, que revelarán aspectos claves para comprender el comercio y el valor de estos objetos más allá de su función estrictamente ornamental.
En la conocida como moda póntico-danubiana, los elementos más relevantes son
precisamente, los fabricados en oro. Las conocidas como «tumbas principescas»,
con una variada y rica serie de depósitos y ajuares (elementos de vestimenta y/o
adorno personal), evidencian el elevado status de estos individuos, conformando
20 La influencia de Bizancio en los pueblos Eslavos se produce principalmente al Norte del
Bajo Danubio, gracias a los artesanos itinerantes bizantinos, posteriormente esta influencia se extiende al centro de Europa a través de los nómadas de la zona de la Estepa. Y por
último, durante el período de la Gran Moravia, las técnicas de la filigrana y granulado, tal
y como se ha visto, unifican las influencias bizantinas, orientales y adriáticas y llegan hasta
los eslavos del norte y los occidentales. A mediados del siglo XI, llegan las técnicas del
cloisonnée, nielado y las variaciones de filigrana. Por lo que los pueblos eslavos, realizarán
estas técnicas de manera más tardía que los artesanos de los bárbaros ya que la f íbula de
Bratislava es del 2ª mitad del siglo III y los pendientes de filigrana de Chequia del siglo V.
Lo que vincula directamente la orfebrería que nos ocupa mayormente al mundo Egipcio,
posteriormente Etrusco y directamente al Bizantino. Por lo tanto estamos ante la entrada
de la tradición transmitida a través de los artesanos nómadas del imperio bizantino y no de
los coetáneos y vecinos eslavos.
un escenario privilegiado para el estudio de las élites bárbaras a través de los ritos
y prácticas funerarias. Las denominadas como «Grandes Migraciones» y/o «Invasiones» bárbaras, que tuvieron lugar entre los siglos IV y VI en el Occidente europeo, constituyen el punto de llegada de un complejo proceso migratorio de amplia
diacronía desde al menos el siglo I. Entre los numerosos objetos que componen los
ajuares funerarios de estas élites destaca la orfebrería en oro y plata lo que nos ha
permitido, a través del estudio de las técnicas de producción y los mecanismos de
distribución, aproximarnos al estudio de quiénes los han elaborado: los artesanos
de los «príncipes bárbaros». Estamos ante talleres de producción permanentes y/o
itinerantes cuyo radio de acción se extiende desde el Mar Negro al Norte de África;
es decir, el ámbito espacial por el que se propaga esta moda de vestimenta común,
representativa de las élites bárbaras que alcanza su máxima difusión entre los siglos
IV y VI. No estamos, por tanto, ante objetos que se vinculen a grupos poblacionales
concretos (Suevos, Vándalos, Alanos, Godos, etc.), identificativos de los mismos,
sino ante elementos distintivos de rango social y poder socio-político.
Se trata de objetos de orfebrería en oro y plata, de un elevado valor económico,
artístico y técnico en su contexto. Realizados mediante procedimientos de ejecución muy diversos y combinados a su vez entre sí, en una misma pieza, como algo
recurrente. Tras un primer estudio analítico de 200 objetos aproximadamente con
todos sus apliques y elementos compositivos, se identifican una variedad importante de técnicas de fabricación: fusión (metal fundido vaciado a molde y fusión
para posterior batido), vaciado a la cera perdida, lámina batida, plata sobredorada
(mediante lámina o baño), recortado, repujado, repujado embutido, talla incisa, estampado por impresión, estampado por repujado, filigrana sentada y filigrana calada (en ambos casos con fabricación de hilo por torsión, hilo a molde y batido, e
hilo perlado por organarium), granulado, embutido sobre macizo, cloisonné y engarzado. Los sistemas de ensamble se realizan por remachado o con el método más
complejo y preciso, la soldadura, en todas sus variantes, hasta obtener resultados
virtuosos como en la f íbula de plata y oro de la tumba nº11 de Krakovany-Stráže
(Museo Nacional de Bratislava). En cuanto a los acabados, identificamos el limado,
lijado, pulido, limpieza y abrillantado, para lograr texturas diferentes en el objeto. A
esto hay que añadir, el uso de pasta vítrea, materiales como el nácar y las perlas y, especialmente, piedras preciosas y semipreciosas (granate, zafiro, lapislázuli y ámbar).
Las conclusiones del proceso analítico permiten identificar una gran complejidad
en el proceso de ejecución desde su carácter tecnológico y estético. Son objetos
que presentan un diseño previo y sus correspondientes variaciones, planificación
del trabajo en fases diferenciadas y requieren de un espacio de fabricación con una
perfecta infraestructura y variedad de herramientas. Es orfebrería manufacturada,
con cierto mecanizado en algunos procesos, así como semi-industrial en la producción y seriado en ocasiones. El manejo de las diferentes temperaturas para la
manipulación del metal es excepcional y la combinación de técnicas en un mismo
objeto sobresaliente.
Estamos ante la fabricación de una orfebrería de clara tradición técnica y completamente organizada. Puede decirse que de tradición milenaria y más que con
identidad cultural diferenciada, sí con carácter tecnológico artesanal propio, fruto
de la fusión de tradiciones y mestizaje, de un grupo de individuos que aplican procesos conocidos y transmitidos entre generaciones, que adaptan o orientan estas
técnicas a los diseños-tipos propios de una moda en cuestión, esta sí de marcado
carácter cultural y diferenciador. Necesariamente tiene que existir un cuerpo de artesanos, con formación y jerarquía que desarrolla esta producción, desembocando
en lo que serán en la Plena Edad Media, los gremios de orfebres, plateros y doradores, entre otros.
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Zwierlein-Diehl, E. (1991): Die Antiken Gemmen des kunsthistorischen Museums
in Wien, 3 vols, Múnich.
93
Fig. 1. Hebilla de plata con inscripción rúnica.
1/2 siglo V. Szabadbattyán (Hungría). 8,3 cm x
10,2 cm. Hungarian National Museum (Budapest,
Hungría). Núm. inv.: 10/1927
1 y 2. Plata fundida vaciada a molde maciza,
sobredorada y nielada. Troquelado el modelo
en arcilla, con posterior negativo en el molde. 3.
Inscripción por incisión en frío. 4. Estampación
por impresión con troquel. 5. Puntillado, por
repujado embutido a cincel y Nielado. 6 Nielado de
plata y plomo (incrustación de esmalte fundido).
7. Incisión. 8. Ensamblaje macho-hembra, sin
soldadura. 9. Plata Fundida y Sobredorada con
lámina. 10 y 11. Plata batida en frío, recocida,
recortada, plegada y remachada. Posible alma de
madera, hoy no conservada. Acabado: limado,
lijado y pulido. (© J. López Quiroga - N. Figueiras
Pimentel)
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Fusión de metal (oro fundido), vaciado a molde
y calado por calor-fusión (opus interrasile)
4
Fusión de metal (plata fundida),
vaciado a molde y posteriormente
recortado, martillado y moldeado
en caliente
Fig. 2. Técnicas de fabricación:
Fundido y vaciado
(© J. López Quiroga N. Figueiras Pimentel)
Fusión de meyal (oro fundido), vaciado de molde,
posteriormente batido y moldeado en frío
3
Fusión de metal (oro fundido), vaciado a
molde y posteriormente martillado en frío
5
6
7
Vaciado de oro a
la cera perdida y
en macizo
8
Fusión de metal (plata fundida), vaciado
a molde, posteriormente martillado,
trepanado y noldeado en caliente
Fusión de metal (plata fundida), vaciado a
molde en macizo, posteriormente martillado,
tallado con incisión y moldeado en caliente
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Fig. 3. Técnicas de fabricación:
Batido y dorado
(© J. López Quiroga N. Figueiras Pimentel)
1
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1
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Fig. 4. Técnicas de fabricación:
Repujado y filigrana
(© J. López Quiroga N. Figueiras Pimentel)
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Fig. 3. Técnicas de fabricación:
Aplicaciones
(© J. López Quiroga N. Figueiras Pimentel)
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